La política francesa enfrenta una nueva tormenta tras la decisión del primer ministro François Bayrou de activar el artículo 49.3 para aprobar el presupuesto del país sin someterlo a votación en la Asamblea Nacional. Esta polémica medida, que había sido utilizada anteriormente por el presidente Emmanuel Macron para la reforma de la edad de jubilación, ha suscitado críticas feroces, en especial de Jean-Luc Mélenchon y su partido, la Francia Insumisa, que no han tardado en presentar dos mociones de censura contra Bayrou. A pesar de las críticas y la presión política, se espera que estas mociones no prosperen debido a la falta de apoyo suficiente, especialmente por la negativa del Partido Socialista a sumarse al bloque del Nuevo Frente Popular.
Los esfuerzos de Bayrou por mantener la estabilidad financiera enfrentan serios desafíos, ya que el déficit de la Seguridad Social ascenderá a 23.000 millones de euros, una cifra significativamente mayor a lo previsto por su predecesor, Michel Barnier. La complicada situación económica y política tiene lugar en un contexto donde Francia es el país más endeudado de la UE después de Grecia e Italia. Aunque Bayrou confía en que el nuevo presupuesto reducirá el déficit público, las previsiones económicas, que anticipan un modesto crecimiento del PIB y una baja inflación, son aún insuficientes ante las estrictas exigencias de la UE. La incertidumbre aumenta con la indecisión de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen respecto a su apoyo, lo que podría cambiar el panorama si se alían con socialistas disidentes antes de la votación de las mociones este miércoles.
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