Damarys Godoy y su hija Carlys simbolizan el arduo trayecto de miles de migrantes que cruzan Latinoamérica en busca de un futuro mejor en Estados Unidos. Tras haber dejado Colombia hace 14 meses, la familia ha atravesado múltiples países, incluyendo México, donde enfrentaron peligros mientras sorteaban los controles migratorios y criminales en su camino. La educación de Carlys se ha vuelto una constante preocupación para su madre, ya que la niña pregunta continuamente cuándo podrá asistir a la escuela, sin obtener un avance. A pesar de los esfuerzos internacionales para facilitar el acceso educativo a niños en tránsito, como el Protocolo para el Acceso a la Educación implementado por México, las trabas burocráticas y el desconocimiento en escuelas impiden a Carlys recibir la educación básica que requiere.
En México, más de 84.000 niños migrantes se encuentran en situación irregular, poniendo en evidencia las deficiencias del sistema educativo para incluir a estos menores. Un informe de Unicef resalta que el 63% del personal educativo desconoce las disposiciones oficiales sobre la documentación necesaria para inscribir a menores migrantes. No obstante, existen avances en las normativas y protocolos de la Secretaría de Educación Pública, quienes han tratado de implementar rutas para la inclusión de estos niños. A pesar de los esfuerzos por mejorar el protocolo, como explica Dirvin García, el camino hacia una implementación efectiva sigue presentando retos significativos, dejando a familias como la de Damarys esperando por una solución definitiva. Mientras tanto, la familia venezolana intenta asentarse en Ciudad Juárez, resignada a permanecer en México tras la cancelación del programa CBP One por la administración Trump, y continúa nutriendo la educación de su hija dentro de las posibilidades ofrecidas por albergues comunitarios.
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