La antesala de la final de la Copa del Rey entre el Real Madrid y el FC Barcelona se ha visto envuelta en controversia debido a las declaraciones efectuadas por el árbitro Pablo González Fuertes, quien, junto a Ricardo de Burgos Bengoechea, estará a cargo de dirigir el decisivo encuentro. Durante una rueda de prensa, González Fuertes hizo referencia de manera crítica a los contenidos emitidos por Real Madrid TV sobre los árbitros, sugiriendo que están preparando medidas más severas frente a lo que perciben como una escalada de presiones y críticas inapropiadas. Estos comentarios han encendido las alarmas en el Real Madrid, que considera que las tensiones generadas podrían comprometer la imparcialidad del arbitraje en el partido.
Como respuesta, la directiva del club blanco ha manifestado su indignación y ha hecho un llamado para que se considere el reemplazo del equipo arbitral designado para la final, alegando que las declaraciones de González Fuertes reflejan una posible falta de idoneidad para garantizar la justicia deportiva en un encuentro de tal trascendencia. Este conflicto añade un elemento extra de dramatismo y expectativa a un duelo que ya de por sí genera una enorme atención mediática y expectativa entre los aficionados de ambos equipos y del fútbol español en general, reforzando la idea de que, más allá de lo que suceda en el campo de juego, la gestión del arbitraje será un factor determinante tanto en el desarrollo como en el resultado final del torneo.
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