Barcelona experimenta un boom en el sector de las heladerías, con una triplicación en el número de establecimientos en la última década, alcanzando 240 puntos de venta en 2025. Según el Ajuntament de Barcelona, esto se debe a la flexibilidad en las categorías comerciales y la adopción del helado como parte esencial de la oferta gastronómica. Este auge ha diversificado la oferta heladera, destacándose propuestas italianas, argentinas, veganas e incluso exóticas, como las japonesas y libanesas. Además, algunos pasteleros reconocidos han contribuido a esta tendencia, ampliando su gama de productos para incluir helados de alta calidad.
Este fenómeno ha sido impulsado por pioneros como Massimo Pignata de Delacrem, quien apostó por helados artesanales bajo principios slow food. Heladeros como Fabio Pitrola y Maurizio Lunardi coinciden en que la calidad de vida y el clima prolongan la temporada de consumo, mientras que el turismo constante asegura un flujo continuo de clientes. La escena es también alimentada por la migración italiana y argentina, culturas con una fuerte tradición heladera. Aunque Madrid muestra signos de un crecimiento similar, Barcelona ha sabido combinar su atractivo turístico, gastronomía diversa y apertura cultural para consolidarse como la capital heladera de España.
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