Hoy se han publicado unas antiguas fotografías del rey Juan Carlos besándose apasionadamente con Bárbara Rey, correspondientes al año 1994. La divulgación de estas imágenes surge en un momento en que el monarca prepara la publicación de sus memorias en Francia, una maniobra que algunos sugieren busca evitar que su legado quede asociado solamente a Corinna Larsen. Estas fotografías, sin embargo, no parecen aportar nada nuevo a la narrativa. Más bien, hay quienes creen que su divulgación en este contexto obedece a una estrategia de distracción frente a los graves problemas políticos y judiciales que enfrenta el actual gobierno español, encabezado por Pedro Sánchez, cuya administración está constantemente bajo escrutinio por diversos escándalos de corrupción.
El entorno político español atraviesa una situación delicada donde las controversias judiciales y la presión de sus socios de coalición dificultan la estabilidad gubernamental. Al tiempo que se reavivan los escándalos personales del rey emérito, se desvían la atención pública de los problemas internos y las imputaciones que afectan a figuras relevantes del gobierno, entre ellas la esposa de Sánchez, Begoña Gómez. Mientras tanto, las críticas hacia los excesos y comportamientos del rey Juan Carlos resurgen como un modo de minar la última institución no controlada por el sanchismo. Esta táctica, ostensiblemente beneficiosa para el gobierno actual, invita a cuestionar la transparencia y equidad del tratamiento de los diversos actores en la historia político-social reciente de España, donde figuras como los Pujol y otros corruptos de alto perfil parecen eludir las consecuencias de sus actos.
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