La comuna de Kenscoff, en el oeste de Puerto Príncipe, Haití, ha sido escenario de un grave ataque por parte de pandillas que buscan controlar el territorio. En la madrugada del domingo, el orfanato Santa Elena, perteneciente a la organización Nos Petits Frères et Soeurs, fue asaltado y al menos nueve personas, incluida una misionera irlandesa y un niño pequeño, fueron secuestradas. El alcalde de la localidad, Massillon Jean, destacó la premeditación del ataque, describiéndolo como un «acto planeado», dado que no se utilizaron armas contra los residentes. Este ataque se suma a la violenta disputa de bandas que desde enero ha dejado más de 200 muertos, forzando a muchos habitantes a huir y dejando a la comunidad en un estado de pánico constante.
El ambiente de violencia en Haití ha alcanzado niveles críticos, afectando gravemente el funcionamiento de organizaciones humanitarias. Médicos sin Fronteras ha cerrado dos de sus centros ante el aumento de ataques directos, y la Cruz Roja ha alertado del empeoramiento de las condiciones de vida. La ONU ha advertido sobre la falta de operatividad de los hospitales en Puerto Príncipe, con más del 80% de la ciudad bajo control de grupos armados tras el vacío de poder dejado por el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021. Ante este contexto, Estados Unidos ha solicitado a sus ciudadanos abandonar Haití y ha cerrado su embajada por seguridad. La situación se suma a una crisis humanitaria creciente, con más de un millón de desplazados y miles de muertes, manifestando una emergencia humanitaria sin precedentes en el Hemisferio Occidental.
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