El sábado por la noche, Pierpaolo Piccioli debutó en Balenciaga con un desfile en el pasillo central del hospital Laennec, un edificio del siglo XVII en París, ahora transformado en oficinas del grupo Kering. Este espacio histórico fue seleccionado por Piccioli para abrir “un nuevo capítulo” en la casa de moda, continuando el legado del diseñador predecesor, Demna. El evento comenzó con un latido de corazón grabado en cassette enviado previamente a los invitados, simbolizando la conexión humana y el valor del trabajo en equipo en la creación colectiva de moda. La presentación inició con el ritmo de «In the Heart» de Sinéad O’Connor, seguido por un vestido saco, un homenaje al enfoque innovador de Cristóbal Balenciaga en liberar la silueta femenina.
La colección de Piccioli para Balenciaga combinó el rigor y la expresividad del diseñador vasco, integrando tanto minimalismo como maximalismo. Incorporó vestidos de plumas de algodón, prendas con cuellos inclinados, y faldas de cuero abullonado, reflejando diseños icónicos como el vestido ChouChou. Elementos urbanos como camisetas, gorras y sandalias se mezclaron con alta costura, buscando equilibrar el legado de Demna y Balenciaga. Piccioli comentó sobre la importancia de la relación entre tejido, forma y color, a pesar del desafío de recrear prendas con tejidos y cortes precisos necesarios. A través de este desfile, buscó honrar una historia compleja y trascendental, reconociendo la grandeza esencial de Balenciaga.
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