En el ámbito de la salud y el bienestar, las redes sociales han amplificado la popularidad del ayuno intermitente, presentándolo como una solución milagrosa para la pérdida de peso y la mejora de la salud metabólica. Esta práctica, que consiste en alternar períodos de ingesta con períodos de ayuno total, se promociona con una estética cuidadosamente elaborada para persuadir a los seguidores a «obtener el cuerpo deseado». Pese a las promesas que circulan en línea, los expertos advierten sobre la falta de evidencias contundentes que respalden beneficios significativos, especialmente en la prevención de enfermedades cardiovasculares, y resaltan que no es una práctica apta para todos, pudiendo causar ansiedad alimentaria en personas con una relación complicada con la comida.
Diversos estudios han analizado los efectos del ayuno intermitente, destacando que su principal contribución a la pérdida de peso se debe a la reducción calórica por la eliminación de una comida completa. A pesar de tener beneficios potenciales, como mejoras en los niveles de colesterol y sensibilidad a la insulina, aún no se ha comprobado su eficacia en la reducción de riesgos de eventos cardiovasculares. Además, el proyecto Nutrimedia ha señalado que el impacto del ayuno podría variar dependiendo del horario de alimentación. En conclusión, aunque el ayuno intermitente se adapta naturalmente a los hábitos de algunas personas, para otros puede suponer un riesgo, especialmente para aquellos propensos a trastornos alimentarios o con condiciones como diabetes y embarazo.
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