A pocos minutos de la bulliciosa capital de España, la Comunidad de Madrid es un refugio inesperado para algunas de las aves más emblemáticas y amenazadas del mundo. Entre los ecosistemas variados de la región, el águila imperial ibérica, una de las especies de rapaces más amenazadas, encuentra un hogar ideal en el bosque mediterráneo. Allí comparte hábitat con la cigüeña negra, el águila calzada, el milano negro, y el chotacabras, entre otros.
El buitre negro ha marcado un notable hito en la conservación, duplicando su población desde 2012. Actualmente, 250 parejas de esta majestuosa rapaz habitan las Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPAS) del Alto Lozoya y los ríos Alberche y Cofio. Estas áreas se han convertido en puntos clave de avistamiento para los aficionados a la ornitología.
En las sierras madrileñas, el ruiseñor pechiazul deleita con sus melodiosos cantos de cortejo en primavera. Diversas especies como el roquero rojo, el bisbita alpino o el verderón serrano prefieren los terrenos más altos, mientras el autillo, la oropéndola y el mosquitero papialbo se decantan por los bosques de las laderas.
Las estepas y llanuras de la región ofrecen espectáculos únicos, como las particulares danzas de apareamiento de las avutardas. Estas áreas abiertas son también hogar del aguilucho cenizo, el cernícalo primilla, el sisón y la ganga ibérica.
Dentro del entorno urbano, los parques locales sorprenden con una rica diversidad faunística. Además de las pequeñas aves, las rapaces diurnas, atraídas por la abundante oferta de presas, son una vista común. El azor, el gavilán y el cernícalo vulgar surcan los cielos junto a rapaces nocturnas como el mochuelo y el autillo.
Este mosaico de hábitats convierte a Madrid en un destino privilegiado para los amantes de la naturaleza, reflejando un sorprendente equilibrio entre urbanismo y biodiversidad.