El alivio del dolor crónico es un desafío significativo en la medicina contemporánea, afectando a una de cada cinco personas a nivel mundial. Este padecimiento, asociado comúnmente con enfermedades como la artritis reumatoide, fibromialgia y migrañas crónicas, tiene profundas repercusiones en la calidad de vida de los afectados y genera elevados costes socioeconómicos. Por lo tanto, la neurociencia del dolor emerge como un campo prometedor, ofreciendo nuevas perspectivas para entender y tratar este malestar de manera más efectiva. Investigaciones recientes han revelado que el dolor crónico, a diferencia del agudo, no tiene un propósito protector y suele estar asociado a una hiperexcitabilidad del sistema nervioso central, donde el cerebro a veces interpreta señales de daño potencial como reales, perpetuando el dolor incluso sin daño físico aparente.
La neurociencia ha descubierto que el dolor no se experimenta directamente en el lugar del daño corporal, sino que se procesa en el cerebro, donde las creencias y experiencias previas del individuo pueden moldear la percepción del dolor. Los hallazgos destacan que el dolor es una experiencia aprendida y, por ende, susceptible de desaprendizaje, abriendo puertas a la intervención educativa como una herramienta para mitigar su impacto. Además, nuevos enfoques en el tratamiento del dolor han sido explorados, como los tratamientos multimodales que combinan terapia farmacológica, fisioterapia, y técnicas psicológicas, aprovechando la neuroplasticidad del cerebro para reconfigurar la percepción del dolor. También se utilizan terapias cognitivo-conductuales y tecnologías emergentes como la realidad virtual y la inteligencia artificial, las cuales están comenzando a ser evaluadas por su potencial para transformar la manera en que se aborda el manejo del dolor crónico, apuntando hacia un futuro de medicina personalizada que considere las particularidades de cada paciente.
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