La sesión constituyente del nuevo Bundestag mostró un cambio significativo en el panorama político alemán, con Alternativa para Alemania (AfD) emergiendo como el segundo grupo más grande en el hemiciclo, tras haber casi duplicado su representación a 152 escaños. Este avance sitúa al partido de extrema derecha al frente de la oposición, marcando un hito en la política alemana desde la Segunda Guerra Mundial, ya que ningún partido de este corte había obtenido tanto apoyo popular. Sin embargo, su creciente influencia encontró rápidamente obstáculos, ya que intentos clave para obtener posiciones de poder, como el discurso de apertura por parte de Alexander Gauland y la vicepresidencia del Bundestag para Gerold Otten, fueron frustrados por el cortafuegos político que mantienen los demás partidos.
A pesar de su consolidación, AfD enfrenta una resistencia considerable para acceder a cargos con influencia decisiva dentro del parlamento debido al cordón sanitario vigente en Alemania. Los esfuerzos del partido por quebrar este aislamiento fueron evidentes, aunque insuficientes en la sesión. La nueva presidenta del Bundestag, Julia Klöckner, destacó que las mayorías democráticamente obtenidas no constituyen un cartel, al tiempo que los líderes de partidos establecidos buscaron asegurar que normas y acuerdos político-institucionales mantuvieran a raya el avance de la extrema derecha. Paralelamente, se observan divisiones sutiles dentro de formaciones como la CDU/CSU, que podrían implicar el principio de una grieta en la hasta ahora sólida barrera contra la afluencia del discurso ultraderechista en las estructuras de poder político alemán.
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