El Gobierno australiano ha tomado medidas drásticas tras acusar a Irán de dirigir al menos dos de una serie de ataques antisemitas en ciudades como Sídney y Melbourne. El primer ministro Anthony Albanese expulsó al embajador iraní y a otros tres diplomáticos, después de que la agencia de inteligencia local, ASIO, revelara conexiones con grupos criminales extranjeros y la implicación de la Guardia Revolucionaria Islámica. Los ataques incluyeron incendios provocados en un restaurante kosher en Sídney y una sinagoga en Melbourne. Esta situación supone un hito histórico siendo la primera expulsión de un embajador desde la II Guerra Mundial. La embajada de Irán en Australia aún no ha emitido un pronunciamiento oficial, mientras que Israel ha aplaudido la medida como un movimiento fuerte y necesario.
Estos incidentes se enmarcan en un contexto de crecientes tensiones y un aumento del antisemitismo e islamofobia en Australia. Albano rechazó las críticas del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien cuestionó su liderazgo tras el reconocimiento australiano del Estado Palestino. La violencia ha desestabilizado la política interna y desafiado la imagen de armonía multicultural del país. Los informes muestran un “incremento masivo” de incidentes antisemitas y actitudes islamofóbicas desde el recrudecimiento del conflicto en Gaza, lo que apunta a una polarización preocupante en la sociedad australiana. La situación interna sigue siendo tensa, con movimientos internacionales y locales bajo constante escrutinio.
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