La mortalidad infantil en Estados Unidos ha experimentado un preocupante aumento del 6% en los 18 meses posteriores a la anulación del fallo Roe v. Wade por parte del Tribunal Supremo, que desde 1973 garantizaba el derecho al aborto en el país. Un estudio publicado en la revista Journal of the American Medical Association destaca que este incremento representa 500 muertes adicionales en comparación con las cifras habituales. Tras el fallo, 16 estados han implementado prohibiciones totales o parciales al aborto, lo que está intensificando las tasas de mortalidad en neonatos, especialmente aquellos con malformaciones congénitas, al limitar el acceso a cuidados médicos cruciales para embarazos de alto riesgo. La mortalidad de bebés negros no hispanos ha ascendido un 11%, reflejando un aumento en la desigualdad sanitaria, siendo Texas el estado con el mayor incremento en mortalidad infantil con un 9.4%.
En un contexto de debate político, el aborto ha emergido como un tema divisivo en Estados Unidos, influenciando la plataforma electoral de los partidos. Durante las elecciones presidenciales recientes, el Partido Demócrata, bajo la dirección de Kamala Harris tras la retirada de Joe Biden, impulsó una postura proaborto, reflejando la opinión mayoritaria del 63% de los estadounidenses que abogan por la legalidad del aborto. En contraste, el expresidente Donald Trump mantiene que la decisión sobre la legalidad del aborto debe dejarse a los estados, una postura que resuena con las bases conservadoras de su partido. Mientras tanto, las tensiones continúan aumentando, con profesionales de la salud advirtiendo sobre las consecuencias negativas para la salud pública en los estados con restricciones más estrictas.
Leer noticia completa de Internacional en El Independiente.