Durante este verano, considerado uno de los más críticos en las prisiones españolas, un elevado número de reclusos ha requerido asistencia médica debido a las extremas condiciones. Las altas temperaturas, junto con la falta de infraestructura adecuada para enfrentar el calor, han resultado en un aumento significativo de casos de golpes de calor y deshidratación entre la población carcelaria. Los centros penitenciarios, muchos de ellos sin aire acondicionado, han visto cómo sus recursos médicos se han puesto al límite, buscando minimizar el impacto del clima adverso en la salud de los internos.
Las administraciones penitenciarias han enfrentado fuertes críticas por la falta de medidas efectivas para proteger a los reclusos. Organizaciones de derechos humanos han manifestado su preocupación, solicitando mejoras urgentes en las condiciones de las cárceles para garantizar un entorno seguro y digno. Ante esta situación, se han discutido propuestas para modernizar las instalaciones, incorporando sistemas de ventilación y acceso adecuado a agua potable, en un intento por mitigar futuras crisis climáticas y de salud dentro de los recintos penitenciarios.
Leer noticia completa en El Mundo.