En un esfuerzo por mejorar la calidad de vida de las personas mayores, las enfermeras desempeñan un papel crucial al realizar pruebas de cribado para detectar estados de fragilidad o pre-discapacidad. Estas evaluaciones son fundamentales para identificar condiciones que pueden no ser evidentes a simple vista, pero que afectan la capacidad funcional de los adultos mayores en sus actividades cotidianas.
Un aspecto vital de estas revisiones es la valoración sistemática del riesgo de caídas, un problema común y potencialmente grave en la tercera edad. Las pruebas de ejecución que las enfermeras llevan a cabo miden la velocidad al caminar, el equilibrio y la habilidad para levantarse de una silla. Con base en los resultados obtenidos, se diseña un plan de cuidados personalizado destinado a fomentar la autonomía, revertir fragilidades y detener el deterioro funcional.
Se recomienda que las personas de entre 70 y 79 años se sometan a estas revisiones cada dos años, mientras que aquellos mayores de 80 deberían hacerlo anualmente. Estas intervenciones se realizan tanto en consultas habituales como mediante la captación activa de aquellos que no se han sometido a las pruebas. Para ello, las enfermeras colaboran conjuntamente con médicos de familia, fisioterapeutas, y otros profesionales de los Equipos de Atención Primaria, además del entorno familiar, que juega un rol esencial al proporcionar apoyo durante el proceso.
La Comunidad de Madrid se destaca como pionera en la implementación de un servicio específico de atención a la fragilidad y el deterioro funcional, incluido en su Cartera de Servicios Estandarizados desde 2018. Este modelo busca individualizar los planes asistenciales en función de los resultados, destacando la importancia de promover una alimentación saludable y el ejercicio físico adaptado.
Estas iniciativas están alineadas con el Plan de Atención Integral a la Fragilidad y Promoción de la Longevidad Saludable, un ambicioso proyecto que busca mejorar la atención y calidad de vida de las personas mayores en Madrid. Con un enfoque integral, se espera no solo prevenir el deterioro físico, sino también garantizar que los adultos mayores puedan disfrutar de una longevidad activa y saludable.
