El estudio Dendrite, iniciado en 2023, se prepara para avanzar a su segunda fase tras obtener una destacada participación inicial que ha superado las expectativas. Esta investigación, enfocada en mejorar la capacidad de detección temprana y atención al deterioro cognitivo, ha logrado ya establecer una base sólida que podría revolucionar la forma en que se diagnostica y se cuida a pacientes propensos a neurodegeneración.
El equipo multidisciplinario, compuesto por diez profesionales de enfermería y medicina vinculados a la Dirección Asistencial Centro de Atención Primaria en Madrid, ha reclutado a más de 140 participantes con edades entre 55 y 70 años, todos sin diagnóstico previo de deterioro cognitivo. Estos individuos han sido sometidos a una serie de pruebas exhaustivas, que incluyen cuestionarios de salud, grabaciones de voz, análisis de sangre y evaluaciones de la velocidad de marcha. Los datos recabados no solo apoyan un diagnóstico temprano más preciso, sino que también permiten diseñar planes de tratamiento personalizados que fomentan el bienestar del paciente a largo plazo.
El proyecto Dendrite, que cuenta con el respaldo financiero del Instituto de Salud Carlos III, ha captado el interés de otras siete regiones además de la Comunidad de Madrid, donde la coordinación está dirigida por la especialista Milagros Rico Blázquez y el enfermero Pedro Otones Reyes. A nivel nacional, la iniciativa está liderada por destacados investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca y del Centro de Investigación Biomédica en Red en el Área de Fragilidad y Envejecimiento Saludable. Sus esfuerzos conjuntos buscan identificar los signos iniciales de deterioro cognitivo, lo que representa una oportunidad singular para la comunidad científica española.
El impacto de esta investigación se perfila como crucial, dado que, según las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística, se proyecta que más de 700.000 personas mayores de 40 años podrían desarrollar demencia en España para 2050. El enfoque del proyecto, que combina métodos innovadores como el análisis de voz y el estudio del comportamiento en la vida cotidiana de los pacientes, promete contribuir significativamente a la creación de modelos predictivos de neurodegeneración. Estos avances podrían desempeñar un papel crucial no solo en la atención y el tratamiento de los pacientes, sino también en fomentar una cultura de autocuidado y participación activa en la toma de decisiones sobre el futuro de su salud entre la población en riesgo.