El reciente atentado en Cali ha generado una profunda alarma en la tercera ciudad más grande de Colombia. En un ataque dirigido contra la base aérea Marco Fidel Suárez, desconocidos lanzaron varios cilindros bomba, resultando en la muerte de seis personas y al menos 50 heridos, con cifras que podrían aumentar. El alcalde Alejandro Eder condenó el acto calificándolo de narcoterrorista. Aunque ningún grupo ha reivindicado la acción, el presidente Gustavo Petro señaló al frente Carlos Patiño, una facción de las disidencias de las Farc liderada por Iván Mordisco. Esta facción ha mantenido una actividad insurgente notable en el Cauca, donde el conflicto armado sigue vigente.
La inmediata respuesta de las autoridades incluye una oferta de recompensa de 400 millones de pesos por información sobre los responsables. Este atentado resalta las preocupaciones de seguridad en Cali, una ciudad que recientemente fue escenario de la COP16, donde la seguridad ya había sido un tema crítico debido a las amenazas de las disidencias. El ataque subraya la capacidad y el alcance del frente Carlos Patiño, conocido por su uso de bombas y otras tácticas violentas contra objetivos del estado, un desafío continuo para la estabilidad y seguridad en la región.
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