En el Reino Unido, a pesar de tener uno de los controles de armas más estrictos a nivel mundial, se enfrenta a una problemática creciente relacionada con los delitos cometidos con armas blancas. Keir Starmer ha señalado esta situación como una «crisis nacional», reflejando la preocupación de las autoridades y la sociedad ante el aumento de este tipo de crímenes. Según las estadísticas recientes, se ha observado un incremento significativo en los incidentes que involucran cuchillos, especialmente en áreas urbanas, lo que ha motivado debates intensos sobre la eficacia de las políticas actuales de seguridad y prevención.
El fenómeno no solo ha revelado lagunas en el sistema de control y vigilancia, sino que también ha puesto en evidencia otros problemas sociales subyacentes, como la pobreza y la exclusión juvenil, que podrían estar alimentando este tipo de violencia. La policía y las organizaciones comunitarias están trabajando de forma conjunta para abordar estas cuestiones con programas centrados en la educación y la intervención temprana. Sin embargo, la percepción pública sobre la seguridad sigue siendo un tema de preocupación, y la presión sobre el gobierno para intensificar las medidas sigue en aumento, destacando la necesidad de un enfoque integral para enfrentar este desafío.
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