La infraestructura vial en América Latina se presenta como una herramienta crucial para fomentar el desarrollo económico y social, aunque enfrenta retos significativos debido a la insuficiencia presupuestaria. A pesar del llamado de la Cepal a invertir al menos un 6% del PIB en infraestructura, el gasto actual es un 5% menor. Según el Economist Intelligence Unit, se necesitan alrededor de 250.000 millones de dólares anuales hasta 2028 para cerrar la brecha existente. Solo el 33% de las carreteras pavimentadas en la región refleja la urgencia de desarrollar proyectos que mejoren el acceso a mercados, empleo y servicios esenciales, reduciendo las brechas económicas y sociales.
Ejemplos destacados en la región muestran el potencial transformador de las asociaciones público-privadas (APP). En Chile, el Puente Industrial en la Región del Biobío no solo conecta comunidades, sino que también genera empleos locales y reduce emisiones. En Colombia, la Autopista Río Magdalena incorpora soluciones innovadoras para la preservación de la biodiversidad y promueve el desarrollo económico local. En México, la autopista Atizapán–Atlacomulco busca mejorar la competitividad logística y fomentar el desarrollo comunitario. Estos proyectos ilustran cómo las APP, al integrar sostenibilidad y compromiso social, son capaces de trazar un camino hacia un futuro resiliente e inclusivo para América Latina.
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