El líder del sector agrícola en Michoacán, Bernardo Bravo, fue asesinado en Los Tepetates, Michoacán, generando conmoción en la comunidad de productores de limón. Bravo, presidente de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán, había sido una figura vocal contra la inseguridad y las extorsiones del crimen organizado, usando las redes sociales para denunciar las amenazas que enfrentaban los agricultores. La Fiscalía del Estado calificó el hecho como un homicidio y detuvo a Rigoberto López Mendoza, identificado como el supuesto autor material del asesinato. López Mendoza, apodado «El Pantano», formaba parte de la unión de citricultores y se le relaciona con grupos criminales como Los Blancos de Troya y el Cártel Michoacán Nueva Generación.
Las autoridades encontraron el cuerpo de Bravo en su vehículo cerca de la frontera estatal, tras haber recibido amenazas por su activismo. Su muerte subraya los enormes desafíos de seguridad que enfrentan los productores agrícolas en Michoacán, a menudo sometidos a extorsiones. Justo la semana pasada, Bravo había convocado a una movilización para exigir medidas concretas en protección de los jornaleros y la economía regional, resaltando la crisis que viven los productores de limón ante el asedio criminal. La tragedia de Bravo ha llevado a figuras políticas, como el diputado Octavio Ocampo, a recordar su valentía y compromiso con el campo, pidiendo acciones urgentes para poner fin a la violencia que afecta el desarrollo agrícola de la región.
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