En Mezcala, Guerrero, una comunidad en auge económico gracias a la minería, la tranquilidad fue interrumpida por el asesinato del párroco Bertoldo Pantaleón. La iglesia del pueblo, en proceso de restauración, refleja una bonanza que contrasta con la violencia que ensombrece la región. Pantaleón fue encontrado sin vida en su camioneta, asesinado a balazos cerca de Chilpancingo. Esta tragedia ha resonado en Guerrero y en todo México, evidenciando la continua amenaza de los grupos criminales como Los Ardillos y Los Tlacos, que dominan el área y provocan constantes enfrentamientos violentos.
La situación se complica con la detención de un hombre, Miguel Ángel N, presunto copartícipe en el asesinato y amigo del sacerdote, según los relatos de los vecinos. La tensión se intensifica en Guerrero, donde el crimen organizado no solo afecta a líderes religiosos, sino también a funcionarios estatales. El asesinato de Pantaleón ocurre en un contexto de recrudecimiento de la violencia en la región, marcada por disputas del narcotráfico que impactan profundamente la cotidianidad del estado. Mientras tanto, la comunidad se mantiene en un estado de incertidumbre y temor.
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