Las pintadas vandálicas en la Alhambra de Granada, detectadas la semana pasada, han generado preocupación y han impulsado una rápida respuesta por parte de las autoridades locales. Las investigaciones señalan a un grupo de grafiteros alemanes como los responsables de estas acciones que atentan contra el patrimonio histórico. Las pintadas incluyen dibujos y mensajes extraños, como un esqueleto con un parche y menciones a una falsa página web. La policía local ha solicitado la colaboración de los ciudadanos a través de redes sociales para identificar a los autores, logrando así alguna pista sobre el colectivo implicado. Esta situación ha llevado al Patronato de la Alhambra a acelerar la instalación de 60 cámaras de vigilancia alrededor del recinto nazarí, con el objetivo de proteger los 2,5 kilómetros de perímetro histórico.
Además de las pintadas en la Alhambra, se han detectado grafitis similares en el barrio del Albaicín, un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1994. La Asociación de Andalucía para la Unesco ha manifestado su preocupación por la proliferación de estos actos vandálicos que dañan elementos patrimoniales únicos y proyectan una imagen de descuido institucional. Este incidente ha reavivado el debate sobre la protección del patrimonio, que ha sido objeto de intervenciones similares a lo largo de los siglos, desde firmas históricas con buril hasta las actuales pintadas en espray. La historia de grafitis en la Alhambra es extensa, pero ahora se enfrenta a nuevos retos en la era digital y de vandalismo sin fronteras.
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