Apple e Intel han iniciado conversaciones iniciales para una posible inversión de la firma de Cupertino en el histórico fabricante de semiconductores. Esta iniciativa, reportada por Bloomberg, se alinea con los esfuerzos de Intel por conseguir capital y establecer nuevas alianzas estratégicas mientras reestructura su negocio, en un contexto donde el “reshoring” de la cadena de valor de los chips está en auge en Estados Unidos.
Estas discusiones se encuentran en una fase preliminar, y no hay garantía de que se concreten. Sin embargo, el hecho de que Apple considere esta posibilidad tiene un valor simbólico, ya que en 2020 rompió su vínculo con Intel al adoptar procesadores propios, Apple Silicon, fabricados por TSMC. Este acercamiento sugiere un cambio potencial en la geopolítica del silicio y la soberanía tecnológica en Estados Unidos.
Intel ha asegurado recientemente acuerdos de inversión significativos, incluyendo 2.000 millones de dólares de SoftBank y 5.000 millones de NVIDIA. Además, el Gobierno de EE. UU. ha adquirido un 9,9% de la compañía mediante una inyección de 8.900 millones, bajo la Ley CHIPS. Con estos antecedentes, Intel está en busca de nuevos socios, tanto rivales como proveedores, para mejorar su balance, asegurar demanda futura y renovar su estrategia.
El nuevo CEO de Intel, Lip-Bu Tan, ha comenzado una reorganización del liderazgo, ha reducido costos y ha ajustado sus ambiciones técnicas, priorizando el negocio y las alianzas. Para competir en el ámbito de la inteligencia artificial y la fabricación avanzada, Intel necesita socios sólidos, y aquí es donde Apple se presenta como un aliado potencial.
Para Apple, una inversión en Intel podría significar un alineamiento estratégico con la agenda de reindustrialización estadounidense al consolidar la producción de componentes críticos en el país. A pesar de que no se considera un retorno a los CPUs de Intel para sus Mac, Apple podría buscar beneficios tales como acceso a capacidad alternativa frente a tensiones geopolíticas, visibilidad tecnológica anticipada y señales de compromiso industrial.
Por su parte, Intel se beneficiaría del prestigio y el apoyo financiero que un socio como Apple podría aportar. La alineación con gigantes como Apple, NVIDIA, SoftBank y el gobierno estadounidense indicaría al mercado que hay confianza en su recuperación y evolución.
La historia entre estas dos compañías es extensa, marcado por años de colaboración que finalizaron con una ruptura técnica y estratégica cuando Apple decidió migrar a sus propios chips. Ahora, cualquier colaboración sería pragmática, enfocada en beneficios mutuos y desarrollos conjuntos donde ambos vean valor estratégico.
Este posible acuerdo se enmarca en el American Manufacturing Program (AMP) de Apple, que busca movilizar 600.000 millones de dólares para fortalecer la fabricación y suministro en Estados Unidos, con el objetivo de repatriar importantes segmentos de su cadena de suministro.
Aunque una inversión de Apple no solucionaría automáticamente todos los desafíos que enfrenta Intel, como la ejecución fabril o la competencia en IA, sí señalaría un voto de confianza y podría acelerar proyectos clave.
Por ahora, los detalles son escasos y se espera que ambas compañías mantengan un perfil bajo mientras evalúan el impacto y la viabilidad de este movimiento estratégico.
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