La multinacional tecnológica Apple ha comenzado a replantear su estrategia de producción global ante el nuevo esquema arancelario impuesto por la administración estadounidense. En un intento por mitigar el impacto económico de estos gravámenes, la compañía estaría considerando expandir su producción de iPhones en Brasil. La medida busca contrarrestar el aumento de costes derivados de las importaciones procedentes de China e India, que ahora enfrentan impuestos del 34% y 26%, respectivamente. En comparación, Brasil presenta un gravamen significativamente menor, del 10%.
Fuentes del sector, consultadas por la revista brasileña Exame, señalan que Apple ya está evaluando maneras de aumentar la capacidad de producción de su planta en el estado de São Paulo, operada en conjunto con su socio Foxconn desde 2011. Hasta ahora, esta instalación se ha centrado en la producción de modelos de entrada para el mercado local, pero podría ampliarse para incluir también las versiones Pro del próximo iPhone 16, tras la obtención de la certificación necesaria de la Agencia Nacional de Telecomunicaciones de Brasil.
La reubicación parcial de su cadena de suministro a Brasil permitiría a Apple establecer un nuevo centro de exportación hacia el mercado estadounidense, aprovechando los aranceles más bajos y reduciendo así la presión fiscal que suponen las importaciones asiáticas. Este movimiento estratégico se alinea con una tendencia de diversificación geográfica que se está volviendo cada vez más común entre los gigantes tecnológicos frente a las inestabilidades comerciales globales.
El contexto no es fácil para Apple, cuya capitalización bursátil ha sufrido una caída de más de 300.000 millones de dólares desde el anuncio de los nuevos aranceles. Este escenario de incertidumbre también ha afectado a otras empresas del sector, provocando retrasos en lanzamientos de productos, como el de la esperada consola Switch 2 de Nintendo.
Con estos desarrollos, Brasil se perfila como un actor de peso creciente en la manufactura tecnológica global, reafirmando su potencial como base de producción alternativa. La decisión de Apple podría marcar un punto de inflexión significativo en cómo las empresas gestionan sus operaciones internacionales, obligadas a adaptarse rápidamente a una atmósfera comercial marcada por la creciente regionalización y las tensiones políticas.
Mientras observadores de todo el mundo analizan las consecuencias de estas transformaciones, lo cierto es que la cadena de suministro global está entrando en una fase de reconfiguración que podría redefinir el mapa industrial tecnológico en los próximos años. Apple, siempre a la vanguardia, parece estar dando el primer paso hacia esta nueva realidad.