En los años noventa, cuando la inteligencia artificial apenas comenzaba a asomar como un tema de interés, el renombrado escritor Antonio Gala ofreció una perspectiva sorprendentemente visionaria durante una entrevista con Jesús Quintero en la televisión pública andaluza. Sus palabras, pronunciadas en 1991, resuenan hoy como un análisis profundo y crítico sobre el impacto social de la inteligencia artificial y la hiperconectividad en nuestras vidas.
Gala, con su característico estilo agudo, anticipó un futuro en el que “la inteligencia natural será sustituida por inteligencias artificiales que no vendrán a darnos la felicidad, sino a ayudarnos a pasar el tiempo”. Esta predicción se ha vuelto especialmente relevante con la proliferación de asistentes digitales, algoritmos de recomendación y plataformas que atraen nuestra atención y moldean nuestro ocio.
Reflexionando sobre un mundo de “seres humanos prefabricados”, Gala advirtió sobre la posible pérdida de la espontaneidad en nuestras relaciones. Este concepto se asemeja al efecto que tienen hoy las redes sociales y los algoritmos que guían nuestros comportamientos y decisiones, subrayando el riesgo de que lo genuino y personal quede relegado a un segundo plano.
Otro aspecto de su crítica era el peligro de que la tecnología se convirtiera en un mero pasatiempo, una forma de entretenimiento más que de emancipación. Gala describía así la potencial función anestesiante de la IA, que en lugar de liberar, podría distraer y adormecer, un fenómeno observable en el uso excesivo de plataformas como TikTok o el consumo pasivo de contenido generado por algoritmos.
Además, Gala anticipó el fenómeno del “conocimiento superficial”, donde la facilidad para acceder a la información no se traduce en interés o comprensión profunda. Este análisis se refleja hoy en el uso extendido de buscadores y asistentes digitales que proporcionan respuestas inmediatas, pero apenas fomentan el pensamiento crítico.
Sin ser tecnólogo, Gala planteó cuestiones que hoy en día son objeto de debate entre expertos tecnológicos y filosóficos. Su advertencia sigue vigente: la clave está en usar la tecnología para potenciar, y no reemplazar, la inteligencia humana. Así, enfatizaba la importancia de seguir cultivando la curiosidad, la reflexión y el aprendizaje genuino.
En un momento donde la inteligencia artificial se integra en múltiples aspectos de nuestras vidas, las palabras de Gala invitan a reflexionar: ¿la tecnología nos está ayudando a evolucionar o simplemente nos está absorbiendo en su confort? Mantener la conciencia sobre su uso es fundamental para no sucumbir ante la inercia ni deshumanizarnos en nuestra búsqueda de progreso.
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