La Comunidad de Madrid ha dado un paso significativo en la conservación del patrimonio arquitectónico al declarar la antigua fábrica de Clesa como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Monumento. Este reconocimiento resalta la relevancia de la obra del arquitecto Alejandro de la Sota, una figura prominente de la arquitectura moderna española de posguerra.
La fábrica de Clesa, situada en Madrid, es considerada un ejemplo excepcional de arquitectura industrial del siglo XX en España. Su construcción, llevada a cabo con técnicas de hormigón pretensado, marca un hito en la evolución arquitectónica del país. Esta técnica de construcción, que permite crear estructuras más resistentes y ligeras, fue innovadora en su momento, y la fábrica de Clesa es una de las primeras edificaciones en la nación que la incorporó, situándose a la vanguardia de la modernización industrial de la época.
Alejandro de la Sota, reconocido por su enfoque visionario y funcionalista, consiguió plasmar en la fábrica de Clesa un equilibrio entre la funcionalidad industrial y la estética moderna, reflejando las tendencias arquitectónicas que surgían en otros países industrializados. La fábrica no sólo es un testimonio del legado de De la Sota, sino también la principal edificación sobreviviente de las primeras centrales lácteas construidas en España bajo influencias extranjeras.
La declaración de la fábrica como BIC subraya la importancia de proteger y valorizar el legado arquitectónico que, más allá de su uso original, constituye un patrimonio cultural y una fuente de conocimiento histórico. La decisión del Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid busca asegurar la conservación de este monumento para generaciones futuras, permitiendo que el público pueda apreciar no sólo una obra de arte arquitectónica, sino también una pieza clave del desarrollo industrial de la España del siglo pasado.
Esta medida no sólo resalta el valor arquitectónico del edificio, sino que también enfatiza la necesidad de preservar aquellos lugares que, aunque aparentemente utilitarios, representan hitos significativos en la narrativa histórica y cultural del país. La fábrica de Clesa se alza así, no solo como un monumento de interés cultural, sino como un símbolo del ingenio y avance técnico que caracterizó una era de transformación en España.