En España, una de cada cuatro personas adultas y jóvenes ha consumido hipnosedantes en el último año, según recientes estadísticas de salud pública. Este incremento en el consumo de medicamentos como ansiolíticos y somníferos refleja una creciente dependencia de sustancias para gestionar el estrés y la ansiedad en la población. En contraste, menos del 10% de los encuestados admitieron haber fumado cannabis, lo que sugiere una preferencia más acentuada por los fármacos legales sobre las drogas ilegales. Esta tendencia preocupa a las autoridades, que subrayan el riesgo potencial de adicción y los efectos adversos sobre la salud mental asociados con el uso prolongado de estos medicamentos.
Los expertos advierten sobre la facilidad de acceso a los hipnosedantes y la normalización de su uso, a menudo bajo prescripción médica, como factores que contribuyen a este fenómeno. La situación ha despertado el interés por implementar políticas de salud más estrictas para controlar la prescripción y fomentar alternativas terapéuticas que no impliquen el consumo de medicamentos. Además, la atención se centra en la educación pública y promoción de estilos de vida saludables que ayuden a mitigar el recurso a los hipnosedantes como solución ante problemas de estrés y sueño.
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