Desde su creación en 1948, los Premios del Sindicato de Directores de América (DGA) se han consolidado como un termómetro fiable para predecir el ganador del Oscar en la categoría de mejor director. Los DGA han otorgado su reconocimiento a cineastas que posteriormente también se han alzado con la estatuilla en la gran noche de Hollywood. Sin embargo, en ocho ocasiones, el ganador del DGA no ha logrado el Oscar, marcando excepciones que alimentan el debate sobre la diversificación y particularidades de ambos procesos de selección. La correlación histórica entre ambos galardones pone de manifiesto la influencia y el prestigio que el DGA ha logrado consolidar a lo largo de más de siete décadas.
El reducido número de discrepancias entre ambos premios resalta el alineamiento predominante en las decisiones de los gremios cinematográficos y los votantes de la Academia. Esta sincronía sugiere una visión común del mérito directivo en la industria, aunque también subraya las diferencias de criterio en los pocos casos de desacuerdo. Las ocasiones en que los ganadores del DGA no han replicado su victoria en los Oscar han generado sorpresa y alimentado la discusión sobre el papel del DGA como indicador del éxito en la temporada de premios. Estos desajustes excepcionales contribuyen a enriquecer la narrativa cinéfila, recordándonos la complejidad y el dinamismo del reconocimiento en el séptimo arte.
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