Estados Unidos ha lanzado un ataque sobre Irán, involucrándose directamente en el conflicto con Israel. En la madrugada del pasado fin de semana, aviones B-2 Spirit estadounidenses bombardearon las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán, utilizando bombas antibúnker GBU-57 y misiles Tomahawk. Las acciones han sido confirmadas por el presidente estadounidense, quien expresó el éxito de las operaciones en redes sociales. Fordow, situada estratégicamente a 100 kilómetros de Teherán y pieza clave del programa nuclear iraní, fue uno de los objetivos principales debido a su capacidad de enriquecer uranio a niveles casi suficientes para la creación de armas nucleares.
El ataque ha generado una fuerte reacción por parte de Irán, cuyo ministro de Exteriores, Abbas Araghchi, prometió «consecuencias eternas» y dejó abierta la posibilidad de represalias. Pocos después del ataque, Irán lanzó misiles sobre Tel Aviv, provocando heridos. La intervención directa de Estados Unidos rompe un patrón de décadas de enfrentamientos indirectos en la región, y aumenta la tensión en una zona ya inestable. La presencia de bases militares estadounidenses en cercanía al territorio iraní podría suponer un nuevo riesgo, considerando el alcance de los misiles iraníes. La situación continúa siendo monitoreada de cerca mientras el riesgo de un conflicto mayor crece.
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