En los últimos años, la oncología de precisión ha avanzado significativamente gracias a las herramientas de análisis genómico, permitiendo un análisis detallado de un amplio espectro de genes vinculados a tumores específicos. Sin embargo, las sofisticadas y novedosas técnicas de secuenciación masiva de ADN, aunque fundamentales en el diagnóstico de tumores cerebrales, no han resultado eficaces en la predicción de respuestas a determinados tratamientos. Aquí es donde el análisis genómico del ARN, conocido como transcriptómica, se presenta como un avance notable.
El neuro-oncólogo Ricardo Gargini, especialista en Anatomía Patológica del Hospital 12 de Octubre y figura clave del Instituto de Investigación i+12, destaca que mientras el ADN actúa como almacén de la información genética, el ARN transmite y moviliza esta información hacia las células. «El ARN nos revela lo que está en movimiento dentro del tumor, mostrando su potencial como organismo vivo, y en este caso, su capacidad para predecir la respuesta a tratamientos como el Azeliragon», explica Gargini.
En un reciente estudio, se han logrado identificar los tipos de pacientes que seguramente responden al tratamiento con Azeliragon, además de cómo reaccionan y cómo puede medirse esta respuesta. Estos hallazgos servirán de soporte a dos ensayos clínicos que se desarrollan en Estados Unidos, los cuales evaluarán la eficacia de este fármaco. Según Gargini, «cuanto más selectivo sea el ensayo, más efectiva será la prueba clínica, ya que se podrán identificar a los pacientes más propensos a beneficiarse del tratamiento».
Este enfoque novedoso es vital para evitar que nuevos fármacos se estanquen en fases iniciales de ensayo debido a la diversidad de las cohortes de pacientes, que muchas veces impide alcanzar resultados globales eficaces para su comercialización y uso clínico.
El estudio en cuestión, titulado «S100A proteins show a spatial distribution of inflammation associated with the glioblastoma microenvironment architecture», ha sido publicado en la revista Theranostics. En él, se emplearon técnicas de ARN, herramientas bioinformáticas, y una cohorte de 30 pacientes con glioblastoma para validar sus resultados. Cabe resaltar que el glioblastoma es un tumor cerebral particularmente agresivo, con escasas opciones de tratamiento eficaces.
La investigación se centra en los procesos inflamatorios asociados a esta patología, resaltando la positiva retroalimentación entre las moléculas inflamatorias y las células tumorales, que no solo promueven el crecimiento del tumor sino también la agresividad del mismo. Aunque se entiende el rol de muchas de estas macromoléculas inflamatorias, el estudio ha lanzado nueva luz sobre moléculas como la S100A.
Mediante el uso de perfiles transcripcionales, el estudio ha conseguido definir las funciones biológicas de las proteínas S100A9, A11 y A13, identificándolas como marcadores de evolución del glioblastoma en su microambiente. Además, se ha observado que el Azeliragon, actualmente en fases I/II del ensayo clínico NCT05635734, puede revertir estas alteraciones.
La importancia de este estudio no solo radica en el potencial terapéutico del Azeliragon sino también en la apertura de nuevas vías para la investigación de tratamientos personalizados que puedan mejorar la vida de los pacientes afectados por este devastador tipo de tumor cerebral.