En una reciente entrevista para ‘Vogue’, la cantante reveló que ha estado expuesta a ciertos contenidos desde muy pequeña. Esta confesión refuerza la preocupación sobre el acceso temprano que tienen los jóvenes a estos materiales y las posibles repercusiones en su desarrollo. Según datos actuales, los niños suelen tener su primer contacto con estos contenidos entre los 11 y 13 años, mientras que para las niñas el rango es de 12 a 14 años. Esta práctica, a menudo normalizada debido a la accesibilidad tecnológica, plantea interrogantes sobre el impacto a largo plazo en la percepción y comportamiento de los jóvenes.
La exposición a estos contenidos a una edad tan temprana es un fenómeno creciente que, según expertos, podría influir en la vida adulta de diversas maneras. Las implicaciones abarcan desde la formación de expectativas poco realistas hasta problemas en las relaciones interpersonales. Estos hallazgos recalcan la importancia de una educación adecuada y diálogos abiertos entre padres e hijos para mitigar los efectos negativos y fomentar un desarrollo saludable y equilibrado en los jóvenes.
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