El juez Álvaro Lobato, al frente del Juzgado de lo mercantil número 2 de Barcelona, se ha convertido en una figura controvertida dentro del ámbito judicial. Conocido por su enfoque ultraliberal, influenciado por la formación estadounidense, ha generado polémica tras su sentencia en el caso entre Just Eat y Glovo. Aunque el fallo fue favorable para Glovo, su argumentación, que incluyó una crítica a la «España sindicalizada» y al control de la inspección laboral, ha provocado que la Inspección de Trabajo solicite al Consejo General del Poder Judicial medidas disciplinarias. Lobato, quien ya había ganado notoriedad por su sentencia en el caso Celsa, es descrito por sus colegas como un juez provocador que no duda en expresar sus teorías económicas en sus fallos.
Lobato no solo ha generado críticas por su discurso en el ámbito laboral, sino también por su enfoque en los casos de segunda oportunidad para ciudadanos endeudados, donde ha mostrado poca empatía y una estricta postura hacia el riesgo financiero personal. A sus 65 años, y con una carrera que ha combinado el mundo judicial con el empresarial, Lobato se encuentra en el centro de la atención mediática y judicial. Sus declaraciones públicas, donde compara a un obrero contemporáneo con Luis XIV en términos de calidad de vida, suman a la controversia. Sin embargo, esa misma visión del mundo empresarial, que rechaza la lucha de clases y critica el papel de los sindicatos, ha dejado una huella en su gestión, y podría enfrentar consecuencias disciplinarias dependiendo de la decisión del CGPJ.
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