La directora de «Titane», Julia Ducournau, regresa al cine con un nuevo proyecto que ha generado expectativas tras su éxito en Cannes, donde ganó la Palma de Oro. La película, muy anticipada, ha sorprendido por su enfoque visual y estilístico, aunque no de manera positiva. Los críticos coinciden en que, a pesar de su ambiciosa propuesta, la obra se percibe como un ejercicio de estilo que carece de sustancia narrativa. La autoconsciencia y la pomposidad dominan la pantalla, resultando en una experiencia cinematográfica que, aunque visualmente impactante, se siente desenfocada y vacía.
La audaz propuesta estilística de Ducournau no ha conseguido convencer a todos. Aunque la película pretende desafiar las convenciones y provocar reflexiones, muchos críticos consideran que la ejecución se centra demasiado en la forma, descuidando el fondo. La falta de un relato coherente y un desarrollo de personajes efectivos ha dejado a la audiencia con una sensación de insatisfacción. Tanto seguidores como nuevos espectadores se han encontrado con una obra que, pese a su meticulosa estética, no logra resonar emocionalmente ni ofrecer el impacto esperado tras el éxito anterior de la directora.
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