Las recientes cuentas públicas destinan una porción considerable de sus partidas al soterramiento de diversos tramos en la capital, como la A-5, así como a las cubriciones de vías centrales como la Castellana y la M-30. Estos proyectos de infraestructura, que buscan aliviar el tráfico y mejorar la calidad de vida urbana, suponen el mayor desembolso en este ámbito en los últimos 16 años. Este esfuerzo financiero refleja el compromiso del gobierno local con la transformación de la estructura vial de Madrid, lo que ha sido recibido con expectativas tanto por los residentes como por los expertos en urbanismo.
La magnitud de las inversiones subraya un cambio notable en la política de infraestructuras del ayuntamiento, que durante más de una década había mantenido niveles de gasto significativamente más modestos. Estos trabajos, además de requerir una gestión eficiente para minimizar las molestias a los ciudadanos durante su ejecución, prometen, a largo plazo, una mejora en la accesibilidad y descongestión del tráfico en áreas clave de la ciudad. Con un ojo puesto en el futuro, las autoridades buscan no solo modernizar las vías urbanas existentes sino también sentar las bases para una ciudad más sostenible y conectada.
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