Los críticos del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), liderado por Alice Weidel, lo han catalogado como racista y extremista, afirmando que es una nueva representación del fascismo nazi. A pesar de la política de «Brandmauer» o cortafuegos adoptada por los partidos tradicionales alemanes para mantenerlo fuera del gobierno, AfD ha ganado terreno en el panorama político alemán, consolidándose como la segunda fuerza en las elecciones según encuestas a pie de urna. Su discurso contra la inmigración ilegal y la reactivación económica ha resonado en la población, especialmente tras una serie de atentados, exacerbando el descontento con la política migratoria de puertas abiertas de la ex canciller Angela Merkel.
AfD, que ha recibido el respaldo de figuras como Elon Musk, ha enfrentado escrutinio por sus vínculos con movimientos neonazis, lo que ha obligado a Weidel a tomar medidas para distanciarse de elementos extremistas dentro del partido. Las controversias no han frenado su ascenso, con propuestas como el «Migrationswende» o punto de inflexión en la migración, ganando apoyo tanto dentro como fuera del país. Fundado en 2013 como partido euroescéptico y fortalecido por la crisis de refugiados de 2015, el partido ha pasado de ser una voz marginal a liderar la oposición contra las políticas de integración en Alemania, planteando incógnitas sobre su potencial papel en futuras coaliciones gubernamentales.
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