El controvertido plan de autonomía para el Sáhara Occidental, presentado por Marruecos en 2007 ante la ONU, se ha convertido en una herramienta diplomática clave para Rabat, dividiendo a la comunidad internacional. Este plan busca consolidar la soberanía marroquí sobre el territorio, en detrimento del derecho a la autodeterminación saharaui. Nacionales como Estados Unidos, Francia y España han mostrado apoyo en diferentes grados, aunque a menudo en medio de tensiones y crisis diplomáticas. Europa presenta posturas diversas, con países como Alemania y Bélgica respaldando moderadamente. En América Latina e Israel, algunos estados han reconocido dicho plan como la única solución viable. Mientras tanto, los países árabes y ciertas naciones africanas, históricamente influenciadas por Argelia, mantienen su apoyo a la República Árabe Saharaui Democrática, configurando un panorama internacional fragmentado y complejo.
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