Alfredo Alcain, un pintor madrileño de 89 años, es celebrado por su capacidad de capturar lo cotidiano en su obra, descrito en 1966 por el historiador Simón Marchan como un «detective de realidades residuales». Su reciente exposición en la Sala Alcalá 31 de Madrid, comisariada por Mariano Navarro, permite al público explorar 150 obras que trazan su evolución artística desde el arte pop hasta sus colaboraciones en películas y revistas emblemáticas. La muestra destaca su dominio técnico y su habilidad para transformar pequeños detalles en profundas narrativas visuales, elevando escenas cotidianas a arte de relevancia cultural y social.
Alcain, conocido por su modestia, encuentra en su retrospectiva una oportunidad para reflexionar sobre su carrera. Aunque carece de una presencia internacional destacada, su obra ha sido fundamental en el contexto español, reflejando un compromiso con las realidades sociales, especialmente durante la dictadura. Desde bodegones vibrantes hasta críticas visuales del Madrid emergente, su legado artístico es reconocido por su autenticidad. Un hombre de izquierdas, aunque no militante, Alcain ha participado activamente en movimientos sociales, manteniendo su creencia en el arte como vehículo de cambio y expresión cultural.
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