El Gobierno británico ha tomado medidas sin precedentes al advertir sobre los riesgos de espionaje ligados a los coches eléctricos. Por primera vez, se ha instruido a mandos militares y altos cargos políticos para evitar discusiones sensibles dentro de estos vehículos, una directriz respaldada por un informe del servicio de inteligencia MI6.
Los coches eléctricos modernos poseen avanzados sistemas de micrófonos y sensores destinados a mejorar la experiencia del usuario, como el control por voz. No obstante, estas tecnologías presentan un potencial peligro: la posibilidad de capturar conversaciones internas del vehículo y transmitirlas a través de internet en solo segundos. Este problema no se limita a la tecnología china; involucra a la mayoría de los vehículos eléctricos modernos debido a que muchos de sus componentes claves provienen de empresas asiáticas.
El informe también destaca que los datos recogidos por estos vehículos pueden ser almacenados en la nube o enviados a servidores en otros países, donde podrían ser analizados mediante inteligencia artificial. Esto plantea serias preocupaciones sobre la seguridad de los datos en el ámbito de la automoción conectada, un tema que también preocupa a Estados Unidos, Alemania y Francia, países que han iniciado auditorías a fabricantes para examinar el destino de la información captada por estos sistemas.
No es extraño que la tecnología de estos vehículos despierte sospechas. Previamente, la Unión Europea había comenzado una investigación sobre ciertos modelos importados de China, debido a patrones sospechosos de tráfico de datos en redes 5G cercanas a instalaciones militares. En Estados Unidos, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) ha aconsejado restringir la circulación de vehículos eléctricos extranjeros en áreas críticas.
En respuesta, el Reino Unido ha prohibido a sus militares y funcionarios políticos mantener conversaciones confidenciales dentro de cualquier coche eléctrico, y ha restringido su acceso a bases militares y zonas sensibles. Se ha puesto en marcha una auditoría nacional centrada en la cadena de suministros tecnológicos, con especial atención a los acuerdos con fabricantes.
Especialistas en ciberseguridad afirman que la amenaza es legítima y está en aumento, considerando los vehículos eléctricos como potenciales herramientas de espionaje en masa. Entidades defensoras de los consumidores exigen transparencia y garantías de los fabricantes para asegurar que los datos no se usen o compartan sin consentimiento.
El desafío para el sector automotriz es garantizar una movilidad eléctrica y conectada segura. El caso del Reino Unido podría ser un precedente para que otros países implementen regulaciones y controles más estrictos sobre la tecnología integrada en los vehículos del futuro.
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