En los últimos meses, la llegada de menores procedentes de Canarias, Casablanca y Egipto se ha triplicado, generando una preocupación creciente entre las autoridades y organizaciones humanitarias. Diversas fuentes indican que el incremento se debe a múltiples factores, incluidos la situación económica y social en sus lugares de origen, así como la búsqueda de una mejor calidad de vida y oportunidades de educación. Las costas de Canarias se han convertido en un punto crítico, con un flujo constante de menores no acompañados que cruzan el océano en condiciones precarias. Las autoridades locales enfrentan el desafío de proporcionar la atención adecuada a estos jóvenes, muchos de los cuales requieren asistencia médica y psicológica.
En esta coyuntura, el gobierno ha intensificado sus esfuerzos para coordinar una respuesta efectiva, trabajando junto a organizaciones no gubernamentales y agencias internacionales. Sin embargo, la capacidad de los centros de acogida sigue siendo motivo de preocupación, ya que el aumento continúa superando la oferta disponible. Paralelamente, se están llevando a cabo debates sobre políticas migratorias que busquen abordar no solo la acogida, sino también la integración social y educativa de estos menores. Mientras tanto, las comunidades afectadas buscan soluciones sostenibles que garanticen el bienestar de los jóvenes recién llegados.
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