En la intrincada red del urbanismo y el paisaje urbano, el fetichismo de hoteles emerge como un fenómeno intrigante que atrae tanto a curiosos como a expertos en ciencias sociales. Esta práctica, que gana adeptos especialmente en las grandes ciudades, implica una fascinación casi obsesiva por la arquitectura, la historia y la experiencia que ofrecen estos establecimientos. Los hoteles, más que simples alojamientos, son vistos como templos de interacción social y puntos neurálgicos de la cultura y el ocio. Este fetiche se nutre de la diversidad de estilos, servicios y las historias que encierran entre sus paredes, lo cual los convierte en espacios de interés para quienes estudian las dinámicas urbanas y el comportamiento humano.
El creciente interés en esta vertiente del turismo y la sociología urbana se refleja en la cantidad de blogs, foros y redes sociales dedicados a compartir experiencias y anécdotas sobre hoteles emblemáticos. Los aficionados a menudo documentan sus visitas de manera detallada, destacando aspectos arquitectónicos, decorativos y el servicio recibido. Esta comunidad valora no solo el lujo de los cinco estrellas, sino también el encanto de hoteles modestos que conservan historias únicas. Así, el fetichismo de hoteles se configura como una subcultura que ofrece una ventana a la evolución de las ciudades y sus patrones sociales, desafiando las concepciones tradicionales de los espacios urbanos y fomentando una apreciación renovada de los entornos construidos.
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