Un año después de la cancelación del viaje de José Manuel Albares a Argelia, el ministro de Asuntos Exteriores de España sigue sin ser bienvenido en el país norteafricano. La ruptura diplomática comenzó cuando España decidió alinear su posición respecto al conflicto del Sáhara Occidental con Marruecos, decisión que Argelia observa como una falta de autonomía de la política exterior española. Aunque Argelia ha reanudado el comercio con España, las tensiones persisten, y Albares permanece etiquetado como «persona non grata». Esta situación refleja un estancamiento en los esfuerzos de reconciliación diplomática entre ambos países, lo que tiene implicaciones significativas para las relaciones bilaterales, particularmente en el ámbito energético.
Además de sus problemas con Argelia, Albares enfrenta críticas crecientes tanto dentro como fuera de España. En el ámbito europeo, su maniobra para detener el nombramiento de Belén Martínez Carbonell como Secretaria General del Servicio Europeo de Acción Exterior ha sido vista como una transgresión contra la política feminista y el compromiso europeísta de España. Este incidente se suma a su enfrentamiento con la Casa Real y a una serie de ceses diplomáticos atribuidos a motivos personales, lo que ha generado un ambiente conflictivo dentro del Ministerio de Asuntos Exteriores. Tanto críticos internos como observadores externos cuestionan su capacidad para liderar eficazmente la política exterior española, y su gestión es vista cada vez más como una piedra en el zapato para el Gobierno del presidente Pedro Sánchez, quien enfrenta presiones para reconsiderar el respaldo hacia su ministro.
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