En 2023, un controvertido programa puesto en marcha en un estado de nombre no especificado resultó en la eliminación sistemática de un centenar de osos, incluidas veinte crías. Este plan ha sido duramente criticado por asociaciones ecologistas, que lo han calificado de «bárbaro», al considerar que se pone en riesgo el equilibrio ecológico de la región. Las autoridades, sin embargo, defienden la medida argumentando que tiene como objetivo principal aumentar las poblaciones locales de renos, que se ven afectadas por la depredación de osos. La caza de estos animales se ha ejecutado en un esfuerzo por fomentar un ecosistema más favorable para los renos, una especie cuya presencia es considerada vital para el entorno y la economía local.
La decisión ha generado un intenso debate entre conservacionistas, ecologistas y gestores de vida silvestre sobre la ética y la efectividad de tales prácticas. Mientras que los partidarios de la medida insisten en la necesidad de proteger y preservar a los renos por su importancia ecológica y económica, los críticos señalan que la solución podría haber sido más equilibrada, sin recurrir a la matanza de osos. Expertos han puesto sobre la mesa la necesidad de buscar alternativas que permitan la convivencia y la conservación de ambas especies, sugiriendo que una mejor gestión del hábitat podría ofrecer soluciones sostenibles sin la necesidad de recurrir a acciones tan drásticas. El debate continúa, reflejando tensiones más amplias sobre cómo equilibrar las necesidades económicas y la conservación de la biodiversidad.
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