En las últimas semanas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido una alerta sobre el virus de Marburgo, una enfermedad viral extremadamente grave similar al ébola. El brote ha sido detectado en la región de Kagera, al noroeste de Tanzania, encendiendo las alarmas a nivel global debido a la alta virulencia y tasa de mortalidad del virus, que puede alcanzar hasta el 90%. El origen del virus de Marburgo es zoonótico, transmitiéndose de animales a humanos, principalmente a través del contacto con murciélagos frugívoros, considerados los principales reservorios. Los síntomas, que aparecen entre dos y veintiún días después del contagio, incluyen fiebre alta, dolores musculares, cefaleas intensas, y hemorragias internas y externas, lo que hace que el diagnóstico temprano y el aislamiento sean cruciales para frenar su propagación.
Ante esta amenaza, las autoridades sanitarias de Tanzania y de otros países han desplegado medidas de control estrictas, como el aislamiento de los infectados, rastreo de contactos, y campañas de educación pública sobre prácticas preventivas. Aunque no existe un tratamiento antiviral específico aprobado para el virus, es esencial fortalecer las infraestructuras sanitarias locales para enfrentar el brote con eficacia. A nivel internacional, la preocupación de una posible propagación global del virus está presente, especialmente por la elevada movilidad de las personas en el contexto actual de globalización. A través de medidas coordinadas de vigilancia y respuesta, la comunidad internacional debe estar preparada para enfrentar emergencias de salud pública, reforzando investigaciones científicas y desarrollando tratamientos y vacunas para mitigar el impacto del virus y proteger la salud pública mundial.
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