El Campamento de Tierra Libre (ATL) se ha consolidado como la más significativa movilización de comunidades indígenas en Brasil. Este año, la edición número 21 reviste especial atención debido al contexto político y ambiental que enfrenta el país. Con la participación de más de 8.000 indígenas, el campamento concentra sus esfuerzos en la discusión de una enmienda constitucional conocida como PEC 48, que propone limitar el reconocimiento de tierras indígenas solo a aquellas ocupadas por estos pueblos antes de 1988. Este enfoque se inscribe dentro de un lema claro: «en defensa de la constitución y la vida». Además, la cercanía de la Conferencia de Cambio Climático de Naciones Unidas (COP30), que se celebrará en Brasil, ofrece una plataforma crucial para que los pueblos originarios amplíen su influencia en asuntos vitales como el clima, la reducción de combustibles fósiles y el financiamiento climático directo a comunidades indígenas.
Entre las diversas propuestas que se están elaborando en el ATL se encuentra una moción internacional para el fin de la explotación de combustibles fósiles, especialmente en la Amazonia, ante los planes del gobierno brasileño de expandir esta iniciativa. Las organizaciones indígenas exigen que estos temas se reflejen en los acuerdos de la COP30, incluyendo la demarcación de tierras como política climática, buscando ir más allá de discursos para lograr acciones concretas. La contribución del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, a mitad de su mandato, es evaluada por los líderes indígenas con moderación, reconociendo la apertura del diálogo, pero criticando la falta de avances concretos en la demarcación de tierras y en políticas de salud y educación para sus comunidades. Mientras celebran su resiliencia frente a gobiernos pasados, las demandas históricas de los pueblos indígenas continúan vigentes, reafirmando su compromiso por la diplomacia y la preservación de sus derechos y territorios ancestrales.
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