Ely, una elefanta residente del zoológico de San Juan de Aragón en México, ha pasado los últimos ocho años en soledad, ganándose el desafortunado título de la «elefanta más triste del mundo». Rescatada de un circo en 2012, Ely llegó al zoológico en un estado de desnutrición y con problemas en su pierna derecha, los cuales afectaban su movilidad. Su situación empeoró con la muerte de su compañera, Maggie, en 2016, sufriendo depresiones que llevaron a comportamientos autodestructivos. No obstante, un fallo reciente de la Corte Suprema de México ha dado un nuevo giro a su historia, al ordenar al zoológico la mejora de su salud y condiciones de vida, marcando un precedente histórico al reconocer los derechos de los animales.
La intervención de Diana Valencia, una destacada defensora de los derechos de los animales, y el activismo público han sido cruciales para impulsar el cambio en las condiciones de vida de Ely. En respuesta a la creciente presión, el zoológico ha ampliado el recinto de elefantes y añadido dos ejemplares más en los últimos años, cambios que, según la directora del zoológico, Gabriela Uribe Acosta, han mejorado el estado de salud de Ely. Sin embargo, los defensores insisten en que el cautiverio no es adecuado para estos animales y continúan abogando por la reubicación de Ely y sus compañeras en un santuario en Brasil o Estados Unidos. Mientras se debaten los futuros pasos, el caso de Ely resalta un creciente reconocimiento y debate sobre los derechos y bienestar de los animales en cautiverio en México y el mundo.
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