En Berlín, el barrio de Kreuzberg, conocido como la «Pequeña Estambul» por su significativa población turca, refleja un cambio en el panorama sociopolítico de Alemania, mientras que en el sur, el festival Gillamoos de Abensberg, con raíces en el siglo XIV, marca otro simbolismo del país. En el contexto de las recientes elecciones al Bundestag, emerge un panorama político reconfigurado. Friedrich Merz y la CDU han entrado en la contienda con un programa que sugiere un control más estricto de la inmigración, un reflejo del cambio en el eje de la política alemana hacia temas que Alternativa para Alemania (AfD) ha mantenido en el centro del debate desde 2017. La CDU-CSU logró imponerse con un porcentaje de voto históricamente bajo, menos del 30%, que indica una pérdida de apoyo significativa y un replanteamiento de las estrategias políticas tradicionales.
A pesar de ser el bloque más votado, la posibilidad de Friedrich Merz de asumir la cancillería depende de forjar alianzas, en un escenario donde el SPD ha caído al tercer lugar, y los Verdes han experimentado una reducción considerable de su electorado. AfD, liderada por Alice Weidel, ha obtenido su mejor resultado hasta ahora, asegurando el segundo grupo parlamentario más grande, demostrando un avance significativo en el incremento de apoyo a sus políticas de derecha. Sin embargo, la formación de un gobierno estable se vislumbra complicada y podría extender las conversaciones al estilo austriaco hacia un bloqueo o nuevas elecciones. Mientras tanto, la influencia de AfD en el debate público refleja una aceptación creciente de sus ideas en cuanto al control de la inmigración, con la mitad de los alemanes apoyando la defensa de las fronteras y la expulsión de inmigrantes sin documentos. En esta coyuntura, incluso en una Alemania inclinada hacia el cambio, ninguna solución sencilla parece a la vista.
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