Aston Martin vive una situación paradójica en la Fórmula 1, viendo luz al final de un túnel, aunque no en el sentido figurado. Este túnel es el recién estrenado túnel del viento, una herramienta crucial en el desarrollo de los monoplazas. Las instalaciones bien calibradas pueden revitalizar incluso a los equipos más rezagados, pero una mala correlación de datos puede resultar desastrosa, como le pasó a Ferrari. En medio de este desafío, la llegada de Adrian Newey, legendario ingeniero, genera grandes expectativas. Aunque Newey se unió al equipo de Silverstone en marzo, fue en Mónaco donde hizo su debut en pista como parte del equipo, ansiosos por determinar el rumbo de su temporada.
En el reciente Gran Premio de Imola, las mejoras aerodinámicas de Aston Martin permitieron que Fernando Alonso y Lance Stroll alcanzaran la Q3, aunque problemas durante la carrera impidieron a Alonso sumar puntos. En Mónaco, la actuación del AMR25 es clave para evaluar el progreso real del equipo, pese a las dudas surgidas durante la cronometrada. Newey ha señalado problemas de correlación de datos en el simulador, indicando que aún hay trabajo por delante. Su experiencia, con un impresionante palmarés de 14 títulos de pilotos y 12 de constructores, es un valioso activo para la escudería, que busca consolidarse y mejorar antes de la entrada de la nueva normativa el próximo año.
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