La Casa Blanca está bajo creciente presión debido a la controversia en torno a Tom Homan, encargado de seguridad fronteriza en la Administración Trump, quien supuestamente aceptó un soborno de 50.000 dólares durante una operación encubierta del FBI. Las informaciones de The New York Times y MSNBC revelan que Homan fue grabado por agentes encubiertos mientras recibía el dinero de empresarios ficticios a cambio de favores en contratos gubernamentales. A pesar de negar irregularidades, Homan no ha desmentido explícitamente haber aceptado el pago, lo que genera serias dudas sobre la posible violación de leyes federales contra el soborno.
A pesar de la gravedad de las acusaciones, el Departamento de Justicia cerró la investigación comenzada tras el regreso de Donald Trump al poder, generando frustración en algunos agentes del FBI involucrados en el caso. La Casa Blanca ha defendido firmemente a Homan, con la secretaria de prensa Karoline Leavitt afirmando que Homan no tomó el dinero y acusando al FBI de intentar incriminar a uno de los colaboradores más cercanos de Trump. La senadora Elizabeth Warren y otros legisladores demócratas exigen transparencia en el caso, solicitando la publicación de las grabaciones para esclarecer los hechos. La falta de divulgación de estas pruebas mantiene la controversia viva, con implicaciones significativas para la Administración y la imagen de Homan como servidor público.
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