La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29) ha concluido con un acuerdo significativo donde los países desarrollados se comprometen a proporcionar 300.000 millones de dólares anuales hasta 2035 a las naciones en desarrollo. Este compromiso financiero busca fortalecer la capacidad de estos países para enfrentar los desafíos del cambio climático, permitiéndoles mejorar sus estrategias de protección ambiental y adaptación frente a fenómenos extremos como sequías, tormentas e inundaciones cada vez más frecuentes. Las negociaciones fueron arduas, reflejando la urgencia de una acción conjunta y eficaz en un contexto donde actualmente se movilizan más de 100.000 millones de dólares al año para ayuda climática, pero que según expertos de la ONU, es insuficiente dado que los requerimientos actuales ascienden a un billón de dólares anuales hasta 2030, y 1,3 trillones para 2035.
A pesar del compromiso alcanzado, varias organizaciones ecologistas han expresado su descontento, argumentando que las medidas adoptadas no alcanzan la magnitud de la crisis climática. Grupos como Ecodes, Ecologistas en Acción y Greenpeace sostienen que se necesitarán entre 5 y 6,9 billones de dólares hasta 2030 para cumplir con los compromisos climáticos, lo que representa aproximadamente un billón anual. También critican que las perspectivas de las negociaciones no ofrecen garantías suficientes para los 130 países del Sur global, quienes enfrentan situaciones críticas debido a los efectos del cambio climático exacerbados por sus deudas externas. En este contexto, la declaración final se percibe como un paso en la dirección correcta, pero claramente insuficiente para abordar la magnitud del desafío que representan las crecientes adversidades climáticas.
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