El papel crucial del voto femenino en las próximas elecciones estadounidenses se perfila como un factor determinante, en un contexto donde el género y la política se entrelazan de maneras sin precedentes. En una entrevista con EL PAÍS, David Rieff sostiene que ser mujer podría ser un punto a favor para Kamala Harris en una sociedad que aún no ha tenido una presidenta. Rieff destaca la dificultad de los demócratas para cambiar la preferencia de los hombres jóvenes hacia Trump, señalando que esta elección será dualmente definida por género y raza. En sintonía, The New York Times plantea que el género emerge como un tema esencial, a menudo relegado en el discurso de los candidatos, pero esencial en la mirada de quienes examinan las contiendas electorales. Incluso la histórica candidatura de Hillary Clinton en 2016 no puso tanto énfasis en el género como se observa ahora.
El Financial Times explora el impacto del debate sobre el aborto, especialmente tras la decisión del Tribunal Supremo de revocar Roe vs Wade, que ha reavivado las discusiones sobre los derechos reproductivos en EE.UU. A pesar de la postura moderada que Donald Trump intenta proyectar, sus históricos comentarios y la influencia de los jueces por él designados siguen siendo punto de discordia. Analistas sugieren que, aunque Trump busca equilibrar sus posiciones para no alienar votantes de ambos lados, existe una posibilidad de que la indignación por el fallo del aborto galvanice al electorado femenino y a sus aliados. Sin embargo, en estados cruciales, algunos votantes podrían priorizar otros temas sobre el derecho a decidir, manteniendo su respaldo al expresidente. Con el género y los derechos de las mujeres al frente, estas elecciones podrían redefinir el equilibrio de poder y la discusión sociopolítica en Estados Unidos.
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